lunes, 28 de enero de 2008

Articulo anexado Raymundo ledesma

Hacia la curación del cerebro deprimido

Bruce McEwen. El Mercurio. Santiago, Chile: Dec 11, 2005.

Abstract (Summary)

A menudo la depresión ocurre como consecuencia de experiencias estresantes. El cerebro interpreta nuestras experiencias y decide si son amenazadoras, y luego controla nuestras respuestas conductuales y sicológicas a ellas. Los datos obtenidos de experimentos con animales muestran que se producen cambios fisiológicos dañinos como resultado de la incapacidad del cerebro y el cuerpo de responder a un estrés repetido con modificaciones adaptativas de estructuras y funciones. Tres áreas del cerebro (el hipocampo, el córtex prefrontal y la amígdala) son particularmente susceptibles a cambios patológicos en términos de tamaño y función.

De hecho, en ciertos aspectos fundamentales la depresión es comparable con la enfermedad de Cushing, un desorden causado por el exceso de producción de cortisol. Los elevados niveles de cortisol en los pacientes con esta enfermedad son mayores que los que se encuentran en la depresión severa, pero las características siquiátricas y somáticas de la enfermedad de Cushing son sorprendentemente similares: melancolía, depresión, obesidad abdominal, pérdida de minerales en los huesos y aumento del riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, junto con una atrofia del hipocampo y el deterioro de la memoria.

Las buenas noticias que nos da la enfermedad de Cushing es que la atrofia del hipocampo y el deterioro de la memoria son al menos parcialmente reversibles varios años después de la corrección del exceso de cortisol. Esto refuerza la creencia de que los cambios estructurales en el cerebro que se relacionan con la depresión severa se pueden prevenir e incluso revertir con las medicaciones correctas y otros tratamientos. Por ejemplo, la neurogénesis en el girus dentado, suprimida por el estrés agudo y crónico, se puede elevar mediante varios tratamientos contra la depresión.

Full Text (1004 words)

Copyright (c) 2005 El Mercurio

Universidad Rockefeller, Nueva York*

Los científicos y profesionales de la salud mental han dado grandes pasos en la comprensión y el tratamiento de la depresión severa, lo que incluye el descubrimiento del papel que juegan los desequilibrios en el cerebro de sustancias químicas como la serotonina y la noradrenalina. Pero cada vez hay más evidencia de que hay más en juego: la depresión también implica cambios estructurales en áreas del cerebro que participan en los estados de ánimo, la memoria y la toma de decisiones.

A menudo la depresión ocurre como consecuencia de experiencias estresantes. El cerebro interpreta nuestras experiencias y decide si son amenazadoras, y luego controla nuestras respuestas conductuales y sicológicas a ellas. Los datos obtenidos de experimentos con animales muestran que se producen cambios fisiológicos dañinos como resultado de la incapacidad del cerebro y el cuerpo de responder a un estrés repetido con modificaciones adaptativas de estructuras y funciones. Tres áreas del cerebro (el hipocampo, el córtex prefrontal y la amígdala) son particularmente susceptibles a cambios patológicos en términos de tamaño y función.

Estas áreas son instrumentales para la interpretación de lo que es estresante y la determinación de las respuestas correspondientes. En este proceso participan muchos mediadores químicos, como el cortisol y la adrenalina de las glándulas adrenales, otras hormonas y neurotransmisores (como la serotonina y la noradrenalina) y respuestas de los sistemas autónomo e inmune. Por tanto, la depresión produce cambios en el resto del cuerpo, debido a desequilibrios químicos de largo plazo en los sistemas que controlan el corazón, el sistema inmune y el metabolismo.

El hipocampo, una estructura clave en la formación de recuerdos de sucesos y contextos, posee receptores que le permiten responder con la liberación de hormonas en el torrente sanguíneo.

Ahora sabemos que se atrofia en el caso de varios desórdenes siquiátricos.

Dentro del hipocampo (una saliente curva y alargada, ubicada en cada uno de los dos lóbulos temporales del cerebro) se encuentra una estructura llamada girus dentado, que produce nuevas neuronas durante la vida adulta. El estrés crónico inhibe la neurogénesis y también hace que muchas neuronas del hipocampo reduzcan su tamaño, un proceso llamado "remodelamiento". Los estudios en animales han demostrado que el cortisol, la hormona del estrés, también juega un importante papel junto con los neurotransmisores del cerebro en el remodelamiento de las neuronas.

Buenas noticias

De manera similar, hay evidencia de que el córtex prefrontal, una estructura fundamental en la regulación de las emociones, así como en la toma de decisiones y en la memoria de trabajo, reduce su tamaño en casos de depresión severa. Asimismo, la amígdala, donde se asientan los recuerdos emocionales, en lugar de atrofiarse se vuelve hiperactiva tanto en el estrés post-traumático como en la enfermedad depresiva, y los estudios con animales aportan evidencias de una hipertrofia de las células nerviosas tras un estrés repetido.

Una amígdala hiperactiva, junto con una actividad anormal en otras regiones del cerebro, produce una interrupción de los patrones de sueño y actividad física, así como patrones irregulares de secreción de hormonas y otros mediadores químicos que controlan varias de las estructuras del cuerpo. Por ejemplo, los niveles de cortisol aumentan en la noche, cuando normalmente deberían ser bajos.

Si no se corrige, con el tiempo la depresión severa puede causar condiciones tales como la pérdida progresiva de los minerales de los huesos, la acumulación de grasa abdominal, un aumento de la reactividad de las plaquetas de la sangre y un aumento del riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares. Más aún, ciertos tipos de antidepresivos pueden contribuir a algunas de estas condiciones. No obstante, una de las características más interesantes de estos cambios estructurales es que se pueden prevenir con medicamentos, y potencialmente revertirse.

De hecho, en ciertos aspectos fundamentales la depresión es comparable con la enfermedad de Cushing, un desorden causado por el exceso de producción de cortisol. Los elevados niveles de cortisol en los pacientes con esta enfermedad son mayores que los que se encuentran en la depresión severa, pero las características siquiátricas y somáticas de la enfermedad de Cushing son sorprendentemente similares: melancolía, depresión, obesidad abdominal, pérdida de minerales en los huesos y aumento del riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, junto con una atrofia del hipocampo y el deterioro de la memoria.

Las buenas noticias que nos da la enfermedad de Cushing es que la atrofia del hipocampo y el deterioro de la memoria son al menos parcialmente reversibles varios años después de la corrección del exceso de cortisol. Esto refuerza la creencia de que los cambios estructurales en el cerebro que se relacionan con la depresión severa se pueden prevenir e incluso revertir con las medicaciones correctas y otros tratamientos. Por ejemplo, la neurogénesis en el girus dentado, suprimida por el estrés agudo y crónico, se puede elevar mediante varios tratamientos contra la depresión.

Pero todavía uno de los problemas con muchos de los medicamentos actuales es el hecho de que, incluso con tratamiento, la recurrencia de la depresión severa es muy alta, cerca de un 70-80%#37;. Esto sugiere que los procesos fisiológicos que subyacen a la depresión (y que también pueden producir cambios estructurales en el cerebro) no se están pudiendo detener por completo, y esa es la razón por que se necesita con urgencia una nueva generación de medicamentos antidepresivos.

Los nuevos antidepresivos tendrán que tratar lo que parecen ser cambios neurodegenerativos progresivos en el cerebro, e inferimos que éstos están teniendo lugar debido a que la recurrencia de la depresión es tan alta bajo los tratamientos actualmente disponibles.

El litio, un estabilizador del ánimo y agente neuroprotector, posee las propiedades que estamos buscando, aunque su toxicidad lo hace menos que ideal. Más que nunca, el desafío que enfrentan los investigadores médicos es desarrollar tratamientos más eficaces sin reducir su seguridad.

(*Bruce McEwen es profesor de la cátedra Alfred E. Mirsky en la Universidad Rockefeller de Nueva York y jefe del Laboratorio de endocrinología Harold and Margaret Milliken Hatch).

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Author(s):

Bruce McEwen

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Culture/Entertainment

Language:

Spanish

Publication title:

El Mercurio. Santiago, Chile: Dec 11, 2005.

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Newspaper

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