lunes, 28 de enero de 2008

articulo anexado Norma Angelica

Huesos: la estructura vital


Los huesos constituyen el soporte natural de todos los vertebrados y tienen las misiones de sostener toda la estructura corpórea, proteger los órganos vitales, almacenar los minerales en el organismo y asegurar la movilidad y estabilidad del cuerpo. Más de dos centenares de huesos conforman la armazón de cada persona, con estructuras y funciones diversas, y necesitada de cuidados y atenciones comunes para conservar una buena salud ósea.

Prof. Carlos Roberto Salas Carmona, Profesor de Química y Ciencia General egresado de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador(UPEL) Caracas, Venezuela

Este artículo fue publicado el 29 Mar 2004

En el cuerpo de una persona existen más de 200 huesos, los que se clasifican por su ubicación y forma. Según su posición se clasifican como axiales o apendiculares; entre los axiales se incluyen los huesos de la cabeza, los faciales, las costillas y el esternón. Entre los apendiculares se agrupan los de las caderas, los brazos, las piernas y los pies, unidos por articulaciones que actúan como bisagras para permitir su movilidad.

Los huesos están constituidos por grandes concentraciones de calcio y fósforo. Mediante su estudio la humanidad ha podido conocer sus orígenes, ya que sus rastros, conservados como fósiles, han permitido catalogar especies que existieron antes de la aparición del hombre. Lejos de la visión inanimada de sus restos, los huesos son órganos vivos y en constantes transformaciones.

Desde tiempos remotos el hombre ha buscado la prolongación de la vida, aspiración en la que el culto a los huesos ha estado presente. En busca de restos de supuestos santos y apóstoles, los europeos desataron guerras y realizaron sacrificios y proezas. Hasta nuestros días han llegado impresionantes mausoleos para rendir culto a fragmentos de la osamenta de figuras históricas o familiares.

Para el hombre primitivo los huesos tuvieron significados mágicos y defensivos, porque con ellos fabricaron sus primeras armas para enfrentar a los clanes rivales y procurar alimentos mediante la caza.

Existen tres tipos de tejido óseo que son: el compacto, que es el más duro y recubre la parte exterior de los huesos; el esponjoso, localizado en la parte interna y el subcondral, que se ubica en los extremos de los huesos y está cubierto por otro tipo de tejido denominado cartílago, cuya función es la de enlazar unas estructuras con otras.

El cartílago es el tejido conectivo, a partir del cual se forman todos los huesos de los niños. La unión del tejido compacto y el esponjoso se denomina periostio, en cuyo interior existen cavidades a través de las que pasan los vasos sanguíneos y linfáticos que nutren el hueso.

Tres tipos de células específicas conforman los huesos, denominadas osteoblastos, osteoclastos y osteocitos. Las primeras (osteoblastos), tienen las funciones de formar el tejido y dar resistencia al hueso; la misión de las segundas (osteoclastos) consiste en absorber y eliminar el tejido no deseado, en tanto los osteocitos son los encargados de mantener vivo el tejido óseo.

Tal vez una de las labores menos conocidas de los huesos sea la elaboración de la sangre, que ocurre en la médula ósea, donde también existen células adiposas. Las células hematopoyéticas son las encargadas de producir células sanguíneas, de ahí que se considere a la médula ósea como la gran fábrica de sangre, en la que se crean elementos vitales como los eritrocitos, leucocitos y plaquetas.

Las funciones básicas de los huesos y esqueleto son:

  • Soporte: los huesos proveen un cuadro rígido de soporte para los músculos y tejidos blandos.
  • Protección: los huesos forman varias cavidades (*) que protegen los órganos internos de posibles traumatismos. Por ejemplo, el cráneo protege el cerebro frente a los golpes, y la caja torácica, formada por costillas y esternón protege los pulmones y el corazón.
  • Movimiento: gracias a los músculos que se insertan en los huesos a través de los tendones y su contracción sincronizada, se produce el movimiento.
  • Homeostasis mineral: el tejido óseo almacena una serie de minerales, especialmente calcio y fósforo, necesarios para la contracción muscular y otras muchas funciones. Cuando son necesarios, el hueso libera dichos minerales en la sangre que los distribuye a otras partes del organismo.
  • Producción de células sanguíneas: dentro de cavidades situadas en ciertos huesos, un tejido conectivo denominado médula ósea roja produce las células sanguíneas rojas o hematíes mediante el proceso denominado hematopoyesis.
  • Almacén de grasas de reserva: la médula amarilla consiste principalmente en adipocitos con unos pocos hematíes dispersos. Es una importante reserva de energía química.

por su forma, los huesos se dividen en largos, cortos y planos. El hueso que va desde la pelvis hasta la rodilla se llama fémur y es el hueso más largo del cuerpo. El más pequeño, situado detrás del tímpano, solo mide de 2,6 a 3,4 milímetros.

El punto donde dos huesos se unen recibe el nombre de articulación. Hay dos tipos de articulaciones: fijas y móviles.

Las articulaciones fijas carecen de movilidad y su función consiste en enlazar las estructuras óseas. El cráneo contiene algunas de estas articulaciones (llamadas también suturas), que fusionan los huesos del cráneo en la cabeza de una persona joven.

Las articulaciones móviles son aquellas que permiten la movilidad del cuerpo. Uno de los principales tipos de articulaciones móviles es el que acciona como una bisagra, a él pertenecen las localizadas en los codos y las rodillas, que permiten doblar y estirar brazos y piernas respectivamente y sólo accionan en una dirección.

Otro tipo importante de articulación móvil son las esféricas que se encuentran en los hombros y las caderas, y están formadas por el extremo redondeado que encaja en una pequeña cavidad en forma de taza de otro hueso. Estas articulaciones esféricas permiten movimientos circulares en todas direcciones.

Normalmente, la cantidad de tejido óseo en el esqueleto se denomina masa ósea y transita por un período acumulativo hasta cerca de los 25 años. En ese momento, los huesos han alcanzado su fortaleza y densidad máxima (masa ósea máxima), aunque las hembras pueden adquirir hasta un 90 por ciento de la masa ósea máxima antes de los 19 años, y los varones alcanzan este nivel cerca de los 20. Es por eso que la juventud es el mejor momento para invertir en la salud de los huesos.

Alcanzar la masa ósea máxima depende de una serie de factores, algunos pueden ser controlados a través de la nutrición y la actividad física, en tanto, otros varían en dependencia de género y raza.

La masa o densidad ósea es generalmente más alta en los hombres que en las mujeres. Antes de alcanzar la pubertad, los niños y niñas desarrollan la masa ósea a un nivel similar. No obstante, después de la pubertad los varones tienden a adquirir una mayor cantidad de masa ósea que las hembras.

Por razones que aún se desconocen, las hembras de origen africano tienden a adquirir una mayor cantidad de masa ósea máxima en comparación con las mujeres caucásicas; por esto, las féminas de piel negra tienen un menor riesgo de padecer de osteoporosis.

Aún se necesitan más investigaciones que ayuden a entender las diferencias en la densidad ósea entre varios grupos raciales y étnicos; sin embargo, debido a que todas las mujeres, sin importar su raza, poseen un riesgo significativo de padecer osteoporosis, todas las niñas de todas las razas necesitan alcanzar el potencial de su masa ósea máxima para protegerse de esta enfermedad.

Las hormonas sexuales, entre ellas el estrógeno y la testosterona, son esenciales para el desarrollo de masa ósea. Las niñas que comienzan a menstruar a una edad temprana generalmente tienen una mayor densidad ósea. Aquellas niñas que tienen irregularidades en el periodo menstrual, en algunas ocasiones, tienen una baja densidad ósea.

La alimentación constituye la principal vía para adquirir los minerales y vitaminas que garantizan la formación de huesos saludables. El calcio es un nutriente esencial para la salud de los huesos. De hecho, la deficiencia de calcio entre las personas jóvenes es responsable de la pérdida de un 5 a 10 por ciento de la masa ósea máxima, y puede aumentar el riesgo de fracturas en los huesos más tarde. Una dieta balanceada que incluya las cantidades adecuadas de vitaminas y minerales tales como: magnesio, cinc, y vitamina D es también importante para la salud de los huesos.

Entre los minerales la mayor importancia recae sobre el calcio y el fósforo. Sus principales fuentes, en el caso del calcio, son los productos lácteos, el tofú o queso de soya y algunos vegetales como la espinaca, en tanto, que el fósforo está presente en mayor proporción en el pescado y las carnes rojas.

Junto con los minerales, corresponde a las vitaminas A y D otra parte importante del proceso de formación del sistema óseo, aunque no debe excluirse la vitamina C, decisiva en el metabolismo del calcio.

La actividad física es importante para desarrollar huesos sanos. Los beneficios de esta se notan de manera más clara en aquellas áreas del esqueleto que llevan el mayor peso, como son las caderas al caminar y al correr, y los brazos al practicar gimnasia y levantamiento de peso para fortalecer la parte superior del cuerpo.





No hay comentarios: